Hace un par de días las redes sociales prendían fuego porque la RAE ha dado un tirón de orejas a unas cuantas guías y manuales de lenguaje no sexista publicadas por entidades públicas de lo más variadito (universidades, sindicatos, ayuntamientos, comunidades autónomas…). Entiendo que en realidad es a “las guías” en general a las que pretenden llamar la atención, y no sólo a las 9 mencionadas en el análisis. El informe rapapólvico es de Ignacio Bosque, pero lo suscribe el pleno de la RAE, incluidas (presuponemos) sus mujeres. CINCO mujeres, según cuento yo en su listado. Y 38 caballeros.
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“somos muchos —y muchas— los que pensamos que la verdadera lucha por la igualdad consiste en tratar de que esta se extienda por completo en las prácticas sociales y en la mentalidad de los ciudadanos”
Dice el señor Bosque en su informe «Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer».
Vamos a ver por qué cuando él dice esto, o cuando reconoce la premisa de que “es necesario extender la igualdad social de hombres y mujeres, y lograr que la presencia de la mujer en la sociedad sea más visible” y el pleno de la RAE lo suscribe, a los demás nos da un ataque de risa.
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Entiendo que a la RAE la moleste que no se consulte con los lingüístas a la hora de hacer manuales de uso de la lengua. Es más, estoy completamente de acuerdo: deberían incluirse en este tipo de trabajos profesionales de la lengua. ¿No se hace? No entiendo por qué. En todas partes cuecen habas y seguro que hay también personas con estudios en lingüística y filología comprometidos con la igualdad de género.
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Pero la casa en sí, no puede extrañarse de que la calle pase de ella en estos temas. Como en otros, en los que la Institución por desgracia se muestra distante y ajena a la realidad de los hablantes, en este asunto la RAE es un ejemplo perfecto de cómo excluir a la mitad de la población con admirable tesón. A punto de cumplir sus 300 años de historia, y habiendo calentado sus 46 sillones cerca de 500 ilustres posaderas masculinas (por ahí leí que 1000, pero en la sección académicos de la web de la RAE sólo habla de “más de 460”), sólo 7 mujeres han conseguido el reconocimiento necesario para sumarse a tan restrictivo club. Y eso que empezó bien, abriendo el chiringuito hace tres siglos a una dama (jovencísima para más inri), con un gesto realmente innovador y modernista para aquel 1784. Pero… no llegó a ser reconocida como numeraria y no se la considera académica. A partir de ahí, la cosa se atascó.
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“¿No ha sido necesario apurar toda la liberalidad de la Real Academia Española para elevar a un honor que es el más distinguido empleo y encumbrado premio de los esclarecidos literatos a una joven de diecisiete años..?”
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Decía en su discurso de ingreso María de Guzmán. Y sí, parece que efectivamente aquel gesto apuró toda la liberalidad de la RAE, porque no volvió a abrir sus puertas a ningún ente con faldas hasta 1979. Y desde entonces, la fluidez de ingresos no parece tampoco encaminada a paliar el desequilibrio.
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Es cierto que no se puede superar de un día para otro el desequilibrio histórico de siglos de exclusión educativa, que hasta hace cierto tiempo las mujeres formadas y competentes no abundaban… y las que había no contaban con el apoyo social y legislativo para ocupar “puestos de hombres”, así que su ausencia histórica es comprensible.
Aunque no sería por falta de candidatas… La Academia rechazó durante estos tres siglos nombres de prestigio y con sobrados méritos, frecuentemente con reconocimientos que las avalaban dentro y fuera del país, como Emilia Pardo Bazán, Concepción Arenal, Gertrudis Gómez de Avellaneda (tres veces), Blanca de los Rios, Concha Espina (varias veces también) o María Moliner. Esta última en 1972, una fecha ya bastante decente para poder incluír de vez en cuando una dama, que no estamos hablando precisamente de cuando Colón le mostró un huevo a Isabel… Pues ni la autora de uno de los diccionarios más famosos de la historia del castellano fue considerada apta, lo que la convirtió en bandera del feminismo de la época. Y por si no fuera bastante malo: la negativa de la Real Academia de la Lengua a abrir sus puertas a mujeres evitó que otras academias cedieran espacio en sus salas a posibles académicas, algunas incluso habiendo ganado su puesto por oposición (como Concepción Arenal para la Academia de Ciencias Morales y Políticas), porque si la RAE no lo hacía… no iban a ser ellas, academias con menos solera, las que innovaran.
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También es comprensible que se trata de una academia con sillones vitalicios y, por tanto, admitimos que una vez hecho el daño, la renovación es relativamente lenta. Tampoco es cuestión de ir cargándose académicos para que queden sillones libres.
Pero aún así… desde el 2003 hasta el 2010 la casa no encontró oportuno nombrar NINGUNA fémina, mientras que otorgó la dignidad de académico a 12 hombres. Luego dos mujeres, y nuevamente 3 hombres, uno de ellos aún pendiente de ocupar su cargo. Ese es el ritmo en la última década. Una década en la que hemos visto políticas de igualdad brotando como setas, en la que en teoría las instituciones estaban implicadas en el objetivo de la paridad… Menos en la RAE. Claro que las hay peores… La Real Academia de Jurisprudencia y Legislación no ha incluido una mujer en sus filas hasta el año pasado. Será que no hay juezas ni letradas tituladas y demostrando su valía.
Considero que desde Elena Quiroga, elegida en 1984, hasta nuestros días, ha habido un lapso de tiempo bastante largo, en un contexto histórico que ya permitía sin ningún tipo de impedimento ir hacia una cierta paridad. Y no digo que se haga corrigiendo el sesgo mediante políticas de cuota y discriminación positiva, prefiero que se prime la excelencia al cumplimiento de cuotas. Simplemente pienso en una selección más equilibrada en cuanto al género… ¿O me quieren hacer creer que en los tiempos que corren, teniendo en cuenta la realidad social y de la mujer en estas últimas dos décadas, realmente no pueden encontrar mujeres tan excelentes como los hombres? ¿tan formadas y competentes? ¿Hoy en día? ¿En serio? ¿No ha seleccionado en los últimos años tantas mujeres la RAE como hombres porque sólo hay varones capacitados?
No, señores, hoy ya no cuela.
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Por eso no resulta muy creible la RAE cuando habla de lo que es o no es sexista, y es comprensible que incluso se lo que diga se reciba de ante mano con prejuicios y suspicacias. Es que se lo ha ganado a pulso.
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Mujeres en la RAE:
– María Isidra de Guzmán socia honoraria de la RAE en 1784.
– (k) Carmen Conde (1979-1996). Primera mujer en la RAE
– (a) Elena Quiroga 2ª 1984
– (K) Ana María Matute (1998), escritora 3ª
– (E) Carmen Iglesias (2002), historiadora 4ª
– (i) Margarita Salas (2003), bioquímica 5ª
– (g) Soledad Puértolas (2010), escritora 6ª
– (P) Inés Fernández-Ordóñez (2011), filóloga 7ª
Yo no conozco más, aunque dicen que hay dos nominadas para futuros posibles puestos. Ya veremos.
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Otro día, hablamos de los manuales esos para usos no sexistas de la lengua. Que en parte coincido con el análisis de la RAE y todo, porque aún estando muy de acuerdo en la necesidad de usar una forma de habla más igualitaria y justa, y de la importancia de conocer alternativas y recursos lingüísticos para no invisibilizar sistemáticamente a nadie, ni para ofender con usos del vocabulario con carga semántica negativa asociada al género femenino (zorra/zorro, coñazo/cojonudo, nenaza/machote,…)… pese a todo, yo amo la lengua. La adoro, el verbo me encanta… y eso de las arrobitas y algunos forzamientos extrambóticos y exagerados que algunos pretenden hacer pasar como fórmulas no sexistas me parecen puñaladas envenenadas en lo más tierno de la brillante sintaxis, la inocente morfología y el generoso léxico de nuestra lengua. Lengua, femenina… Que hay cosas que rechinan como una violación del verso.
Pero eso es otro cantar, para otro post. Hasta lo tengo empezado… Para otro día.
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