Ya veremos…

31 octubre, 2012

«Que como el sol sea mi verso, más grande y dulce cuanto más viejo»

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Ayer tuve un subidón repentino con noventaitantas visitas de más de lo habitual, y pensé yo al verlo esta mañana: será que como era el aniversario del nacimiento de Miguel Hernández, poeta con silla propia en este blog, pues habrá venido mucha gente buscando cosillas suyas… 

Pues no, es que aparecieron por aquí 45 visitantes al aroma de la entrada aquella de la concejala Olvido Hormigos. Seguro que buscaban el vídeo porno y se fueron muy defraudados. Cochinos… ¬¬

Ayer no estuve en casa y hoy no tengo mucho tiempo, toca limpiar la cueva de arriba a abajo. Pero para Miguel Hernández, aquel poeta que sólo quería un rebaño de cabras y que le dejaran escribir,  siempre hay un momentito. No podremos pasear por Orihuela ni leer a la sombra de la higuera en su casa familiar, como aquel día que me regaló el medio limón hace un par de años, (cuando una aún curraba y todo). El poeta del hambre, tantas veces cantado por Serrat

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En fin, una vez colado así como quien no quiere la cosa un buen repertorio de repasos miguelhernandianos por mi blog, os propongo una nueva perspectiva para homenajearle: Miguel Hernández en lengua de signos española.  Que no soy sólo yo la que tiene cierta obsesión con este autor, más de moda hoy en día si cabe, a raíz de los tiempos que estamos viviendo y que vuelven a devolvermos la inquietud de la falta de pan, la desigualdad y la injusticia social. 

Ya hace unos añitos la CNSE (Confederación Nacional de Sordos de España, para quienes no vengáis del mundo ilse) le dedicó una web para él solito, con poemas, ejercicios educativos, glosario…:

http://www.fundacioncnse.org/miguelhernandez/index.html

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El problema es que no puedo pegar los videos… lo cual es una pena tremenda. Y aunque recuerdo haber visto hace tiempo unos vídeos de niños de un colegio declamando en lengua de signos poemas de Miguel Hernández, ahora no soy capaz de encontrarlos tampoco.

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Pero en compensación, aquí dejo un rap de NACH homenaje a Miguel Hernández, «Hoy converso con Miguel» Que no tiene nada que ver… pero también  mola.

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Que como el sol sea mi verso,
más grande y dulce cuanto más viejo…

Que mi voz suba a los montes y baje a la tierra y truene
eso pide mi garganta desde ahora y desde siempre.
Aquí estoy para vivir mientras el alma me suene
y aquí estoy para morir cuando la hora me llegue.
Y si me muero, que muera con la cabeza muy alta,
muerto y veinte veces muerto, la boca contra la grama.
Cantando espero a la muerte, que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles y en medio de las batallas.
No, no hay carcel para el hombre, no podran atarme, no,
este mundo de cadenas me és pequeño y exterior,
¿quien encierra una sonrisa?, ¿quien amuralla una voz?
A lo lejos tu más sola que la muerte, la una y yo.
A lo lejos tu sintiendo en tus brazos mi prisión,
en tus brazos donde late la libertad de los dos…
… libre soy, sienteme libre, libre soy, solo por amor.

[estribillo]
El se llama barro, aunque Miguel se llame,
sentado sobre los muertos el alma se relame
es su sino sangriento afilado hacia el papel
yo navego entre sus versos, hoy converso con Miguel.

Desperté de ser niño, nunca despiertes,
triste llevo la boca, riete siempre,
Siempre en la cuna, defiendo la risa pluma por pluma.
Músicas exasperadas, duras como botas, huellan
la faz de las esperanzas y de las entrañas tiernas.
Crepita el alma, la ira. El llanto relampaguea,
¿Para qué quiero la luz si tropiezo con las tinieblas?
Un carnívoro cuchillo, de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo alrededor de mi vida.
Rayo de metal crispado fulgentemente caido,
picotea mi costado y hace en él un triste nido.
Pero al fin podré vencerte, ave y rayo secular,
corazón, que de la muerte nadie ha de hacerme dudar.
Sigue, pues, sigue cuchillo, volando, hiriendo, algún día
se pondrá el tiempo amarillo sobre mi fotografía.

[estribillo]
El se llama barro, aunque Miguel se llame,
sentado sobre los muertos el alma se relame
es su sino sangriento afilado hacia el papel
yo navego entre sus versos, hoy converso con Miguel.

Vientos del pueblo le llevan hasta el último rincón,
es vecino de la muerte y le sobra el corazón.
Voz de campesino, su sangre es un camino cruel,
yo navego entre sus versos, hoy converso con Miguel.
Por las calles voy dejando algo que voy recogiendo,
pedazos de vida mía venidos desde muy lejos.
Como una fontana que, eterna en brotar persiste,
como un sendero me iré y no acabaré de irme.
Beso soy, sombra con sombra.
Beso, dolor con dolor.
Por haberme enamorado, corazón sin corazon.
De las cosas, del aliento sin sombra de la creación,
sed con agua en la distancia pero sed alrededor.
Lucho contra la sangre, me debato
contra tanto zarpazo y tanta vena.
Y cada cuerpo que tropiezo y trato,
es otro borbotón de sangre, otra cadena.
¿No cesara este rayo que me habita?
¿No cesará esta terca estalactita?
No quiero dormir-morir, no quiero morir durmiendo
en sagrada tierra estéril, yo quiero morir viviendo.

[estribillo]
El se llama barro, aunque Miguel se llame,
sentado sobre los muertos el alma se relame
es su sino sangriento afilado hacia el papel
yo navego entre sus versos, hoy converso con Miguel.

Vientos del pueblo le llevan hasta el último rincón,
es vecino de la muerte y le sobra el corazón.
Voz de campesino, su sangre es un camino cruel,
yo navego entre sus versos, hoy converso con Miguel.

El llegó con tres heridas…
La del amor…
La de la muerte…
La de la vida…
Hijo de la luz y de la sombra…
Miguel Hernández.

16 octubre, 2012

Feliz cual fetichista de los huevos fritos con sartenes nuevas

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Aunque el poema es triste, a mi me ronda desde ayer en la cabeza porque es uno de esos que venían en mi librito “Los 25.000 Mejores Versos de la Lengua Castellana” y que memoricé por el simple placer de hacerlo, lo que le vuelve uno de mis favoritos. Y es de Miguel Hernandez. Y sobre todo: tiene sartenes. Por eso me ronda.

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Tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes:
pena que vas, cavilación que vienes
como el mar de la playa a las arenas.

Como el mar de la playa a las arenas
voy en este naufragio de vaivenes,
por una noche oscura de sartenes
redondas, pobres, tristes y morenas.

Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.

Eludiendo por eso el mal presagio
de que ni en ti siquiera habré seguro.

Miguel Hernández.


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Y es que estoy más feliz que una fetichista de los huevos fritos con sartenes nuevas.

Lo que podría ser una metáfora (mmm… simil? comparación? metonimia?… hay que repasar las figuras literarias) si no fuera porque es literal: tengo sartenes nuevas y me declaro fetichista de los huevos fritos.

Si no comprendes mi felicidad sin duda es porque no eres el cocinero habitual de tu cocina, y no has conocido ese sufrir angustioso de la sartén “que se pega”. Sobre todo, la que se pega “a veces”, pero no siempre, y que te pone cada vez que agarras un huevo al filo de la bipolaridad, entre la euforia y la rabia más absoluta, pendiente de ver qué pasa.

Anoche por fin disfruté el paroxismo de ver cómo mi huevo, que cociné más por estrenar la sartén que por otra cosa (bueno vale, por zampármelo también), se deslizaba con elegante bamboleo por la superficie de mi sartén nueva, resbalando sobre las apenas dos gotitas de aceite que le puse. Ya, así es más a la plancha que frito, pero había que poner a prueba el “no se pega” a conciencia.

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Grandes fetichistas de la historia me acompañan en mi parafilia personal. Dalí, sin ir más lejos, tenía entre sus muchas obsesiones una especial querencia por los huevos. Dibujó muchos huevos fritos. Huevos fritos con caracoles, teléfonos y cuchillas de afeitar, huevos fritos al plato pero sin el plato (de este hay al menos tres distintos, que yo haya visto), huevos a caballo sobre pan francés intentando sodomizar a una miga portuguesa (que a propósito, es el que puse arriba)… Es que era Dalí. Era en sí, lo que viene a ser comúnmente denominado RARO.

A veces hasta los freía y todo… aunque para fines también raros:

“Salvador Dalí sedujo a muchas mujeres, en especial a mujeres norteamericanas; pero estas seducciones acostumbraban habitualmente a consistir en hacerlas acudir a su apartamento, desnudarlas, freír un par de huevos, colocarlos en los hombros de la mujer y ponerla de patitas en la calle sin haber articulado ni una sola palabra”

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Yo soy una fetichista mucho más normalita: los frío y me los como. Bajo amenaza de divorcio si el medio limón me explota la yema.

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Ah, como curiosidad, ahora que empieza casi casi a oler a navidad: hay un belén tradicional murciano que se llama “del huevo frito”. Pero no tiene huevos, se llama así porque es muy colorista y la cuna de paja con la aureola del niño Jesús recuerda un huevo frito.

16 octubre, 2010

El HAMBRE… tened presente el HAMBRE…

 EL HAMBRE,…
 TENED PRESENTE EL HAMBRE…

 

«Hay otra diosa de tinieblas y de osambre;
su lecho es la vigilia y su pan es el hambre.»


16 de Octubre, DIA MUNDIAL CONTRA EL HAMBRE


«Madre antigua y atroz de la incestuosa guerra,

borrado sea tu nombre de la faz de la tierra.»

amen !!

(versos de «EL HAMBRE», de Jose Luis Borges)

El tema propuesto por la FAO para este año es «UNIDOS CONTRA EL HAMBRE«. 

 

Unirse contra el hambre es un grito antiguo. Seguramente habrá sido la batalla perdida del hombre desde que es hombre y tiene conciencia de la desigualdad. Miguel Hernandez llenó versos y versos de hambre, cunas de hambre, cuchillos de hambre, gritos hambrientos de pan y justicia, hombres definidos por el hambre,… así que fue el primero que me vino a la cabeza al pensar en una llamada poética a la unión contra el hambre. Y con él, Serrat, que no parece haber dejado poema suyo sin cantar… pero esta vez preferí a Reincitentes, que hacen más ruido al gritar.

EL HAMBRE
Miguel Hernandez  (El Hombre Acecha)
 

(…)

El hambre paseaba sus vacas exprimidas,
sus mujeres resecas, sus devoradas ubres,
sus ávidas quijadas, sus miserables vidas
frente a los comedores y los cuerpos salubres.

Los años de abundancia, la saciedad, la hartura,
eran sólo de aquellos que se llamaban amos.
Para que venga el pan justo a la dentadura
del hambre de los pobres aquí estoy, aquí estamos.

Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
los que entienden la vida por un botín sangriento:
como los tiburones, voracidad y diente,
panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.

Años del hambre han sido para el pobre sus años.
Sumaban para el otro su cantidad los panes.
Y el hambre alobadaba sus rapaces rebaños
de cuervos, de tenazas, de lobos, de alacranes.

(…)

Es curioso… esta noche soñé que Obama me robaba un pincho de tortilla y un café con leche y yo le clavaba el dedo en el pecho acusativamente y le daba una serie de golpecitos muy indignados en plan «eh!! eh eh EH!!». Podría aprovechar para filosofar un poco sobre cómo los de arriba cogemos impunemente y sin dar ninguna importancia el pan de los de abajo (tema trillado), o reflexionar sobre cómo ese fantasma lejano en los últimos años ha lanzado la sombra de sus alas sobre nuestras sociedades, llenando comedores sociales y saturando las posibilidades de Cáritas… O de como aún así, hay hambres y hambres, y que incluso pasar hambre en ciertos sitios no tiene nada que ver con el hambre cotidiano y letal de otros…  Pero con poner mi entradita en el blog ya he cumplido. Acallada mi conciencia, si es que en algún momento se molestó siquiera, o aprovechada la circurstancia de la fecha para entretener un rato de ocio llenando unos cuantos bits de versos, prosas tontas y canciones, doy al enter y paso a cosas más provechosas: tengo que mirar en mi nevera y ELEGIR qué haré hoy para comer.

P.D.: Y vosotras… ¿qué vais a hacer para comer? 

8 abril, 2010

Tras un rebaño de cabras

Filed under: Tertulia literaria,Y digo yo... — Chus @ 15:17
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Y digo yo…
 
Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes. Tristes.
 
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes. Tristes.
 
Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes. Tristes
 
(Miguel Hernandez)
 
 
 
«Como no tenía de qué vivir le busqué un trabajo. Era duro encontrar trabajo para un poeta en España. Por fin un vizconde, alto funcionario del Ministerio de Relaciones, se interesó por el caso y me respondió que sí, que estaba de acuerdo, que había leído los versos de Miguel, que lo admiraba, y que éste indicara qué puesto deseaba para extenderle el nombramiento. Alborozado dije al poeta:
 
– Miguel Hernández, al fin tienes un destino. El vizconde te coloca. Serás unalto empleado. Dime qué trabajo deseas ejecutar para que decreten tu nombramiento.
 
Miguel se quedó pensativo. Su cara de grandes arrugas prematuras se cubrió de un velo de cavilaciones. Pasaron las horas y sólo por la tarde me contestó. Con los ojos brillantes del que ha encontrado la solución de su vida, me dijo:
 
– ¿No podría el vizconde encomendarme un rebaño de cabras por aquí cerca de Madrid?«
 
Pablo Neruda, Confieso que he vivido, Argons Vergara, Barcelona, 1979
 
 
 
No es que esté obsesionada con Miguel Hernandez de repente, pero resulta que acabo de leer un poema suyo en facebook con motivo del aniversario de su muerte el pasado 28 de marzo… Ya sabéis, un contacto que valora el texto compartido por otro contacto suyo que tú no conoces de nada, y así, de rebote en rebote, desde el Sr.Storch acabo otra vez volviendo a Miguel Hernández, en esta marea recurrente que ultimamente me trae y me lleva desde sus versos a su vida sin que yo lo busque. Y me acordé de ese pedacito de vida suya que leí el otro día y que, de algún modo, he tenido este tiempo dando vueltas por mi cabeza. Tengo la solución a tu vida, una carta en blanco: sólo dime qué trabajo quieres y decretarán tu nombramiento… Y pide un rebaño de cabras.
 
Pienso qué difícil es distinguir cual es la naturaleza exacta de nuestro particular El Dorado, y cuánto tiempo y energías puede la gente derrochar persiguiendo sueños que no son los verdaderamente suyos, si no los sueños «que debería tener». Qué difícil es priorizar lo que de veras necesitamos y nos da la felicidad, cuánto valor y conocimiento de uno mismo hace falta para tomar la decisión consciente de renunciar a otras cosas tal vez más serias, más responsables, más importantes, más glamurosas, más competitivas, más ambiciosas, más respetables… y concentrarnos en tratar de conseguir nuestro rebaño de cabras.
 
 
 
 

31 marzo, 2010

VOCES de Miguel Hernandez

 
Cosas del dia a dia
 

Miguel Hernández no sale sólo en los libros de texto pre-logse y en el trivial (siempre que no sepas la respuesta en una pregunta de literatura, di «Miguel Hernández», seguramente aciertes). Esta web recoge todas las canciones del disco de Serrat de 1972. No os perdáis la canción de cuna «Nanas de la Cebolla«

 
 
Aunque ahora ya es fácil encontrar otros temas del nuevo disco que sacó en 2009, escarbando un poco en youtube. Este tema, por ejemplo, también lo encontré cantado por Silvio Rodríguez.
 
 
 
Menos tu vientre / todo es confuso.

  
    Y cómo no, en la inevitable web amediavoz podéis oír la voz del poeta. En este caso, hay una grabación en la que se le medio entiende en plena arenga en verso: La Canción del Esposo Soldado.
    http://amediavoz.com/poetas.htm

Menos tu vientre / todo es futuro
fugaz, pasado, / baldío y turbio.

Menos tu vientre / todo es oculto,

menos tu vientre / todo inseguro,
todo postrero, / polvo sin mundo.

Menos tu vientre / todo es oscuro,
menos tu vientre / claro y profundo.

 

  

¡Que los disfrutéis!

 

MIGUEL HERNANDEZ. Por culpa del medio limón.

 

Cosas del día a día

Diez de la mañana, lunes. Sigo con la misma ropa del domingo: ayer me achicharré con ella en el parque infantil de la playa, con insolación incluida, y hoy malamente me llega para recogerme del frío. Acabo de dejar al medio limón en algún lugar al que llegamos pese al gps (todas las calles de este pueblo vienen al revés) y donde pasará ocupado en sus asuntos toda la mañana. Preveo una jornada larga… ¿qué haré yo sola, aquí, tantas horas vacías?

 

He tropezado por casualidad con el centro del pueblo y poco más allá con un centro comercial. El progreso al rescate: ¡ya tenemos dónde aparcar, y gratis! Porque en esas calles adoquinadas, entre palacios, iglesias y conventos, la cosa se prometía difícil. Desde el aparcamiento se ven cercanas las cúpulas y las torres de los edificios del casco histórico. Bueno… tal vez sea un centro urbano propio de paseos agradables… ¿pero cómo arrastraré este frío y este cansancio somnoliento entre claustros y sillares de piedra durante toda la mañana? Casi me arrepiento de haber acompañado al medio limón, pero sólo casi. Es demasiado temprano para estar ya aburrida de mi misma.

 

Como la vida es cuestión de actitud, decido ir pasito a pasito a ver si voy viendo el dia cambiar de color. Lo primero, encontrar la oficina de turismo. Por suerte este pueblo tiene indicadores por todas partes, más que semáforos. Crecen en las esquinas y rotondas como parte de la flora urbana de Orihuela, tantas son las cosas que tiene la localidad para indicar. Una vez provista de mi consabida bolsita rellena de panfletos y mapa local, en el que la amable señorita de información y turismo ha señalado unas cuantas direcciones que debo visitar (a su criterio), la cosa no ha mejorado mucho. Miro a mi alrededor completamente perdida bajo el cielo gris, dando vueltas al mapa entre las manos, incapaz de distinguir un punto cardinal de otro. La cartografía no fue nunca lo mio. Recuerdo la habilidad con la que mi prima la catalana guió una visita común que hicimos a Salamanca hace años (dios santo, ¡cuantísimos años hace!), callejero en riste… O las buenas maneras de Tetxu para esas tareas, planificadora oficial de rutas y viajes de la panda de bugambitas. Lo mio siempre ha sido más bien cosa de intuición. Llegar llego… aunque vaya usted a saber cómo.

 

Total… ante la duda de pa’ donde tirar… desayunemos, que estoy en ayunas.

 

En la cafetería decido dejarme llevar por el corazón y, aunque probablemente no sea más que una casa como cualquier otra, con cuatro recuerdos pelados y poco más…, enviaré los pasos hacia la casa de Miguel Hernández, porque a mi las letras me gustan y porque sí, aunque esté en la otra punta del mapa. Llegaré si llego, y si no, habré estado ocupada en lo que voy y vengo, y algo encontraré que visitar por el camino.

 

Como para confirmar el acierto de mi decisión, me dicen que el mapa no es tan grande, y lo que yo llamaba “la otra punta” está a un cuarto de hora andando. Además el sol ya ha salido del todo y un calor primaveral despeja el cansancio del fin de semana trabajado y mal dormido.

 

Con el estómago lleno y el rostro caliente de sol, Orihuela es bella, muy bella. Por algo su centro histórico está declarado patrimonio. Mil rincones me recuerdan otros rincones de mi vieja pucela, edificios señoriales, la huella de un pasado conventual… ¿Qué es esto…? La catedral, responden las campanas. Que buen día para respirar. ¡Qué giro ha dado la mañana!

 

Voy disfrutando mis horas de turista por Orihuela. Estas piedras no son piedras, son otra cosa. En ese edificio estaba la escuela donde estudió el poeta, no encuentro la casa donde vivió su amigo Ramón Sijé, en este rincón leyó la elegía que le escribió a su muerte (Yo quiero ser llorando el hortelano / de la tierra que ocupas y estercolas, / compañero del alma, tan temprano.)

En la casa familiar (Pintada, no vacía: / pintada está mi casa / del color de las grandes / pasiones y desgracias) un enamorado de sus versos me guia brevemente y me suelta, a visitar yo sola (mañana de yo conmigo) el hogar de Miguel. Aquí leyó de crío a Bequer y los clásicos a escondidas de los golpes de su padre, en este huerto leyó y barruntó un futuro de poeta, aquí dormían las cabras (En cuclillas, ordeño / una cabrita y un sueño.) ¡Aquí están el huerto y la higuera de tantos de sus versos!… (Volverás a mi huerto y a mi higuera, / por los altos andamios de las flores / pajareará tu alma colmenera)

 

 Qué le vamos a hacer, a mi me gustan estas tonterías.

 

Al salir me compré una antología poética para reencontrarme con la nana de la cebolla, seguramente el primero de sus poemas que leí, porque entonces en el cole, antes de la LOGSE, se estudiaba a los poetas y todo (dejemoslo en que antes se estudiaba); volver a reencontrar el eco de esos viejos amigos, los versos enamorados del rayo que no cesa, la esperanza entre la pena del cancionero y romancero de ausencias (menos tu vientre / todo es confuso, / menos tu vientre / todo es futuro /fugaz, pasado…) el grito de guerra de hombre libre y comprometido (Para la libertad sangro, lucho, pervivo./  Para la libertad, mis ojos y mis manos,…),…

 

Y recordé que aquel poema que un día memoricé por puro vicio, también era rayo suyo:

 

Tengo estos huesos hechos a las penas

y a las cavilaciones estas sienes:

pena que vas, cavilación que vienes

como el mar de la playa a las arenas.

 

Como el mar de la playa a las arenas,

voy en este naufragio de vaivenes,

por una noche oscura de sartenes

redondas, pobres, tristes y morenas.

 

Nadie me salvará de este naufragio

si no es tu amor, la tabla que procuro,

si no es tu voz, el norte que pretendo.

 

Eludiendo por eso el mal presagio

de que ni en ti siquiera habré seguro,

voy entre pena y pena sonriendo

 

 

De regreso visité el museo de la muralla, que también fue un gran acierto.

Conclusión: FUE UN GRAN DIA. De sol, de luz, de paz y poesía. Gracias al medio limón.